El barbero loco.

Os presento la primera historia que ya cuelga en El Rincón de Ana.

Cuenta la leyenda que muchos años antes de que el hombre descubriera que la Tierra era redonda, esta pequeña localidad estaba sumida en la depresión más absoluta.  El miedo se paseaba a sus anchas controlando la vida de los que aquí habitaban.

Atemorizaba a los lugareños que cerraban puertas y ventanas cuando lo oían llegar. Nadie se atrevía a abandonar el pueblo, a ser diferente, a tomar un camino distinto porque el miedo los paralizaba. Aunque el sol brillara, el pueblo siempre estaba en penumbra pues la risa era otra de las carencias de este lugar.

Un caluroso día de junio llegó a la villa un viejo barbero. Era un ser extraño, su ropaje colorido y su carreta adornada con grandes y extravagantes dibujos desentonaban con el monocromático pueblo donde todo era gris tal y como el miedo dictaba. Ante el asombro de los vecinos recorrió las calles del pueblo hasta alcanzar la plaza, donde paró su carreta y se dispuso a ofrecer sus servicios por unas monedas. Los vecinos se asomaban tímidamente a las ventanas y con incredulidad veían al barbero colocar sus instrumentos de trabajo mientras entre carcajadas canturreaba una alegre canción.

Al terminar comenzó a pregonar:

_ Caballeros de tez peluda, vengan a conocer a mi navaja testaruda. Si enamorar a una dama quisierais, ¡será menester que buena barba tuvierais!

El silencio quedó roto por las palabras y las risas del barbero, pero ningún pueblerino se acercaba a la plaza. Las calles estaban vacías mientras decenas de ojos asomaban tras los visillos de las ventanas.

El extraño barbero siguió cantando y pregonando hasta la caída del sol, cuando recogió sus bártulos y se alejó con su carreta a las afueras del pueblo donde se paró a descansar. A la mañana siguiente volvió a la plaza y con la misma cantinela siguió pregonando sus alegres y disparatadas canciones. Pasaron semanas y a pesar de que todos lo miraban con extrañeza y nadie se acercaba, el viejo barbero seguía cantando y afilando sus navajas en la plaza del pueblo. Los vecinos se acostumbraron a su presencia y empezaron a pensar que aquel extravagante barbero había perdido el juicio.

Una tarde de septiembre un joven curioso no aguantó las ganas y se acercó a la carreta del loco barbero.

_ Oiga señor… ¿Por qué insiste en esas extrañas canciones? ¿Y en esa extravagante manera de comportarse? La villa entera piensa que la locura es la que habla por usted.

El viejo barbero dejó de afilar su navaja y sonrió al chico con ternura.

_ No seas necio, joven. Sin locura no sentirás la adrenalina del aquí y ahora. Sin locura, la ilusión de perder la cabeza por algo o alguien que te apasione no te visitará nunca. Con los años he aprendido que la locura es mejor compañera de viaje que el miedo. No seas necio joven, si la vida es una LOCURA

Hipnotizado por aquellas palabras, el joven accedió a que el barbero le arreglara su incipiente barba y  cuando estuvo listo salió disparado a contar a sus vecinos y amigos su experiencia en la plaza del pueblo.

Nadie sabe si aquella navaja o las palabras del barbero escondían un hechizo, pero el rumor se extendió como la pólvora y ancianos y jóvenes comenzaron a frecuentar la carreta de aquel viejo loco que seguía con sus disparatadas canciones y sabios consejos. Incluso las mujeres acudían a la plaza con la excusa de cuidar sus melenas para escucharlo.

Así fue como poco a poco el miedo abandonó este pueblo, gracias a un extravagante barbero que logró que sus habitantes exprimieran cada segundo de esta locura que es la vida.

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